Inaugurando esta sección de entrevistas con los participantes de FICCIONES, presentamos en este caso a la artista argentina Julieta Anaut, quién presentará una ponencia y nos acercará a su trabajo.
Cuéntanos algo de tu relación con la fotografía
Mi relación con la fotografía es algo experimental y con intento de fusionarla con otras disciplinas de las artes plásticas, pues mi formación comienza por la pintura, el grabado y el arte textil. Así los procesos digitales, el collage y el fotomontaje me permiten conectar estas técnicas a la fotografía.
De esta manera puedo crear obras que combinan lo natural y lo artificial, con una estética entre fotográfica y pictórica, en las que la confección del vestuario y la puesta en escena son tan importantes como la postproducción de la toma.
Este proceso de creación lo vivo como algo muy intimo y personal, generalmente el personaje soy yo misma, y si bien hablo de situaciones que me inquietan personalmente usando además mi propio cuerpo, no se trata de un autorretrato, sino de un intento de representar personajes que narran historias, en las que no sólo yo, sino también el público puede sentirse identificado.
¿Y cómo se vincula tu trabajo con las Ficciones que están en juego en este encuentro?
Extraño la relación estrecha con la naturaleza y siento cierta melancolía de los rituales que en otras épocas han existido y hoy en nuestra sociedad no logro encontrar, entonces invento mis propias ceremonias. Construyo situaciones como parte de este juego, para reencontrarme con esa naturaleza, aquí, entre tantos edificios.
La idea se basa en darle un nuevo significado a través de lo visual y también desde lo literario, a la recreación y descontextualización de historias legendarias y religiosas de diferentes culturas primitivas, creando imágenes que puedan tener una identidad en sí mismas, trascendiendo su época y marco histórico y convirtiéndose en una suma de extractos de lo que fueron alguna vez.
Estos espacios irreales, personajes arquetípicos e iconografías religiosas fueron seleccionados por ofrecer rituales a diferentes deidades que tienen como único centro a la naturaleza. Son reinterpretados con el fin de crear un universo mitológico propio y de libre asociación, que narre un reencuentro con la esencia natural del ser humano, su relación con el entorno original y los elementos simbólicos que se han ido conformando a lo largo de la historia.
Así tomando relatos y creencias del pasado, puedo encontrar una fuerza motora que los describa como ficciones de hoy, y dejen su esencia primitiva y nostálgica apenas, como un elemento más de lo que se puede aprender, conocer y describir las relaciones actuales no sólo entre personas, sino también de los hombres y mujeres con su hábitat, tanto natural como construido.
¿Puedes darnos un adelanto de tu propuesta para “Ficciones”?
Mi propuesta es presentar obras de dos de mis series fotográficas: Ofrendas y Destierro del mar, trabajos que además han sido complementados con video-performances.
En la serie Ofrendas, me invento en fotografías como una figura coronada de pájaros, crecida de un agua que alimenta a peces y hasta he tenido cuerpo de enredadera, como una mujer en constante mutación, ser que genera vida en un despertar o florecer, que deviene en frutos o semillas. Estas creaciones son elementos gestuales o simbólicos de una relación con el entorno: frente a una gran ciudad que cubre esa tierra y ese cielo, adornada de mis pequeñas construcciones de materiales frágiles. Sostengo ramas de plástico o flores de tela, que recuerdan a las verdaderas, esas que están lejanas, las mismas que en este ritual son adoradas.
En la serie Destierro del mar, me presento contenida en una suerte de escenarios buscados a través de la cámara, actúo como materia de mi propia creación, ofreciendo mi cuerpo al personaje que nació como una sirena, expulsada de su hábitat, arrojada a su suerte y a vagar como una integrante de dos mundos. Una historia que muestra como lo natural, el agua y el cuerpo parecen haberse convertido en elementos de leyenda, en una ficción, como si hoy tan sólo fueran fantasías propias de cuentos de hadas. Destierro del mar es un retrato presente de esa sensación concreta que brota de la piel e intenta un recorrido desde lo impuesto hasta lo natural, desde la “evolución” a lo primario.
Nuestra cultura ha masificado los medios fotográficos a niveles antes inimaginables ¿Cómo te sitúas dentro del mundo de la fotografía? ¿Cuál es tu postura como fotógrafo/a?
Situada en un momento donde necesitamos reconsiderar quienes fuimos para poder comprender quienes somos ahora, comienzo una búsqueda en la que el mito y lo contemporáneo se unen. En tiempos de velocidades infinitas, de naturaleza literalmente muerta, de ausencias calificadas, en una época donde justamente la fotografía y la manipulación digital abundan, con no tan buenas intenciones, intento en mis creaciones, no sólo con la personificación, sino también con el fotomontaje, concretar mis universos fantásticos en medio de esta realidad. Soy, por ejemplo, la Ofelia de Shakespeare, o Millais, coronada de hierbas, que río abajo abre sus manos en un gesto de ofrenda y suelta sus trofeos vegetales; También puedo ser una sirena perdida, que intenta entregar un símbolo de amor y tregua a un sitio ajeno, remoto y sin la calma de su punto de partida. O represento una costurera que, en esta actividad tradicionalmente femenina, cotidiana y doméstica, oculta otro hechizo, pues en la mitología el tejido es una poderosa metáfora de la creación del mundo: se hilan las hebras del destino y del tiempo, entre sus manos. Hoy, conocedora de esta fuerza interior me propongo crear ríos, montañas y árboles, un sueño profundo de inventar bosques entre edificios.
Julieta Anaut
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